Ayer dió comienzo la Mercedes Benz Fashion Week Madrid y podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que este fue el desfile más esperado de su 66 edición.
Eran las 18.00 horas de la tarde y los aledaños del Hotel Wellington, el hotel en el que se visten los toreros en Madrid, se nutrían de una fauna muy particular para descubrir la colección primavera/verano 2018 de Palomo Spain.
Palomo Spain ha llegado como un auténtico huracán a la semana de la moda madrileña y hubo mucho interés por parte de los medios por querer cubrir el evento, muchos incluso sin acreditación, además de la infinidad de celebrities que han querido acompañar en su quinto desfile a Alejandro Gómez Palomo, el diseñador que da vida a la firma Palomo Spain.
Porque, de momento, en ningún otro front row de la MBFWM podemos ver juntos a Pedro Almodovar, Miranda Makaroff o Lindsay Lohan, directamente llegada desde Hollywood, ni a Rossy de Palma y a Samantha Vallejo-Nágera desfilando, por cierto.
Hay quien piensa que Palomo Spain únicamente viste a hombres con ropa de mujer, pero eso es porque aún no ha entendido nada. Palomo Spain va más allá y su revolución lo toca todo: desde la actitud con la que sus atípicos modelos desfilan por la pasarela hasta el lugar elegido para presentar su colección, que en esta ocasión evocaba las primeras presentaciones de moda que tenían lugar en los salones parisinos en la segunda mitad del siglo XIX. Tan diferente al lúgubre y tan carente de magia: pabellón 14 de Ifema.
Palomo Spain es actitud, creatividad en estado puro y femineidad elevada a la enésima potencia, tal y como vemos de nuevo en esta última colección inspirada en un hotel y en los looks de los distintos personajes que podrían pasar por él. ¿Un ejemplo? Los trajes satinados de los botones o los espectaculares vestidos de sus exóticos invitados.
Quizás no esté muy lejos el día en el que cualquier chico, al margen de identidades de género, pueda reconocer sin miedo al qué dirán que le gustan los volantes, las plumas o las siluetas vaporosas. O, más directamente, los vestidos. Aunque todavía queden muchos muros y prejuicios por derribar.