Seamos sinceros, esto es algo que a la mayoría de los consumidores con un nivel adquisitivo medio nos viene de perlas. Es más, la gran mayoría debemos admitir haber comprado un clon de algunas de las marcas lowcost españolas. Inditex es criticado cada vez que saca al mercado una prenda clonada. Pero también es cierto, que todos acudimos a comprarla sin problema alguno. Por lo tanto ellos comercializan lo que nosotros compramos.
Si por un casual uno de los posibles consumidores de Zara se negara a comprar el nuevo clon de los Manolo Blanick, Inditex no volvería a fabricarlos, pero este hipotético caso no se llega alcanzar por ninguna de las partes, puesto que no hay negación hacia esto por parte del consumidor. ¿Qué tiene de malo que adquiramos prendas que nos gustan a precios lowcost? Para mi ninguna, está claro que si contara con la modesta cantidad de 6 cifras en mi cuenta bancaria no dudaría en comprar la prenda original de marcas de lujo como Dior o Balenciaga. Pero por el momento me conformo con que nuestro querido Amancio Ortega ponga a nuestro alcance por el modesto precio de 50 euros prendas semejantes a las que podrían valer 1.000
Ahora pongámonos del lado de las marcas de lujo, los creativos de empresas lowcost, hacen suyas ideas creadas por creativos de otras marcas, algo que no creo que que les haga mucha gracia. Lo que sí es cierto es que a ellos no les roban ningún tipo de consumidor puesto que Zara no es competencia directa de marcas de lujo como Chanel, donde se venden productos, elaborados al minucioso detalle y donde más que un bolso se vende una experiencia directa con la marca y lo que ésta significa. Por no compartir, estas marcas no comparten ni un posible consumidor. Pues cuentan con una cartera de clientes de lujo que además son muy fieles a ellas.
Asique tranquilo Amancio, las personas de carne y hueso y con pocos ceros en sus cuentas bancarias seguirán comprando los clones en Zara y sus derivados hasta que se puedan permitir uno auténtico.