La relación entre moda y arte, aunque estrecha, nunca ha sido fácil. Mucho se ha debatido y se debate acerca de la naturaleza artística de la moda. ¿Hasta qué punto es adecuado utilizar claves artísticas a la hora de analizar una colección? ¿Podemos equiparar un bordado de Lésage a una escena del Giotto o una pintura negra de Goya en términos de profundidad expresiva? No es fácil, en un producto de moda, apreciar la frontera entre su naturaleza mercantil y su carácter expresivo.
Estos dos componente conviven perfectamente, sin embargo, si dejamos de lado la filosofía y nos centramos en lo tangible. Muchos aspectos de la moda remiten a diferentes expresiones artísticas. La silueta nos divierte a la escultura, y la textura y el color nos dirigen hacia la pintura en todas sus vertientes e incluso a las artes decorativas. Cada decisión tomada por el diseñador conforma un producto final que aúna numerosas variables que modula cuidadosamente para llegar a la mente del espectador, haciendo referencia más o menos evidente a su cultura colectiva. No es de extrañar, por tanto, que el arte y la moda convivan sobre la pasarela en multitud de ocasiones. La recién celebrada semana de la moda de Milán es un perfecto ejemplo de ello.
Si uno observa atentamente lo sucedido sobre la pasarela italiana por antonomasia en moda femenina, no resulta difícil apreciar trazas y pequeños ecos de estilos o artistas individuales entre pase y pase. Desde los ecos neoplasticistas de Benetton (tan reminiscentes de esas postales sesenteras) a los hermosos estampados de la propuesta de Nº21, que bien podían ser obra de un William Morris relajado, la huella del arte como código estético es más que evidente. No son estas las únicas firmas con propuestas interesantes a este respecto. Al fin y al cabo, estamos en Italia.
Dedicada a Picasso y sus musas, esta colección ha copado nuestra atención. Abrazando el componente camp que tanto caracteriza a Moschino, Jeremy Scott convirtió a Bella Hadid en Arlequín, y a Kaia Gerber en la Chica con una mandolina.
Además del gran Giorgio Armani, que aunque no recurra a una clave artística en particular maneja los tonos neutros con maestría de pintor, Missoni llama nuestra atención. A través de siluetas cambiantes y relajadas, la firma despliega una vasta variedad de estampados y juegos de color, que remiten desde motivos florales de tradición coreana a tonalidades de un cuadro de Hopper, pasando por combinaciones vibrantes sacadas de cualquier cuadro caribeño de la mano de Watson o Dunkley. Marni, por su parte, abraza la deconstrucción de las pinturas abstractas y las vanguardias de principios de siglo y unas coloraciones que anticipan al gran protagonista de esta pasarela: Moschino.
Dedicada a Picasso y sus musas, esta colección ha copado nuestra atención estos días. Dejando de lado la sutileza y abrazando el componente camp que tanto caracteriza a la marca, Jeremy Scott convirtió a Bella Hadid en Arlequín, y a Kaia Gerber en la Chica con una mandolina. La idea de la propia modelo como lienzo permitió al diseñador jugar con la bidimensionalidad, un concepto que ya utilizó en 2017 para una de sus propuestas más memorables, aquellas muñecas de papel de tamaño natural. Esta vez, el look que provocó el enjambre de clics y flashes de iPhone fue el de Cara Taylor. Era a la vez pintura y marco, en una imagen que queda para la posteridad.
Pensar en Picasso llevó a Scott a una extensa disertación sobre las corridas de toros y los trajes de luces. El brillante tocado de Stephen Jones, representando un toro cubista, resumió perfectamente el concepto y levantó numerosos aplausos. No mucho después irrumpía en escena un fabuloso vestido rojo con lunares cepillados. España estaba más presente que nunca, a través de la visión de uno de nuestros genios.
El uso que hace Scott del arte y los elementos visuales nunca viene libre de crítica social. Las muñecas de papel fueron un ataque directo a nuestra cultura obsesionada por las redes sociales, y The Price Is Right (la fantasía 60s de la temporada pasada) abordó el hiperconsumo. Si había un mensaje aquí, parecía ser sobre el dominio. Picasso está en lo más alto del panteón. Scott parece atreverse con todo. Aquí no hay problemas de interpretación. El arte se ha convertido, transfigurado en moda, y eso es algo interesante.