Privacidad aterrizó en Madrid el pasado 8 de octubre. Definida como «la obra de teatro que sabe más de ti que tú de ella», nos transporta a un documental sobre los peligros de la exposición de nuestra intimidad en Internet. Lo que, a priori, podría parecer un tema denso, se suaviza mediante el humor y la participación del público, que entra de lleno en el juego. La función se representa en el Teatro Marquina de miércoles a domingo, hasta el 21 de noviembre.
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Todo comienza con la historia de desamor de Adrián, interpretado por Adrián Lastra, un escritor que, tras una relación fallida, es incapaz de despegarse de las redes sociales. El personaje decide acudir al psicólogo y, a raíz de sus sesiones, comienza a descubrir cómo las empresas utilizan todos los datos que comparte. La terapia individual se abre al público y, entre todos, ayudan al personaje a salir de esa adicción.
Y es que Privacidad no es una obra como el resto. Uno de los puntos más importantes es la interacción con los espectadores, que pasan a formar parte de la historia: «Al contrario de cualquier función, en las que te piden que apagues el móvil, aquí te pedimos que lo tengas encendido, te conectes a nuestra red wifi e interactúes con nosotros», comenta Chema del Barco. Esta experiencia inmersiva se consigue también con la escenografía que, como explica el actor, llega hasta la fila ocho. Esto implica que, hasta ese sitio, el público está dentro de la función, como si fuese parte de ella: «Van a tener una experiencia interactiva que no pueden vivir en ninguna otra obra de teatro«, afirma.
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De primeras, el tema de la obra es duro, pero al emplear el humor para abordarlo, el resultado es muy satisfactorio. Canco Rodríguez considera que la dureza de la historia es contrarrestada con las risas, el juego y la participación: «El humor es un gran canal para que el oyente disfrute de la autocrítica sin sentirse juzgado. Con la comedia, de alguna forma, nos hermanamos todos», opina. De todas formas, el actor advierte que el poso que deja la obra es de alerta. Debemos poner atención a cómo usan los datos que proporcionamos, que para él, «es lo que da un poco de miedo».
La protección de la intimidad, a debate
José Antonio Lumbreras defiende que el mayor aprendizaje de Privacidad es que «el veneno está en la dosis». Apunta que uno de los puntos fuertes del espectáculo es que invita a reflexionar sobre a dónde nos lleva esta exposición: «Nunca se ha recabado tanta información sobre tanta gente como en esta época y eso todavía no sabemos a dónde nos va a llevar», afirma. Concuerda con ello Rocío Calvo, que percibió que en Bilbao el debate salía de las paredes del teatro: «Sí que ha habido un momento de plantearse un montón de cosas, porque como es algo que lo tenemos todos y lo manejamos, crea debate».
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Privacidad ofrece un espectáculo lúdico y dinámico, cargado de debate, en medio de una época marcada por la apariencia: «Estamos más pendientes de mostrar a los demás lo que estamos viviendo casi que de vivirlo nosotros», afirma Esteve Ferrer. El director explica que la obra es «muy visual, con un ritmo muy frenético», acorde con la rapidez que domina nuestro día a día. Sin embargo, apunta que también hay espacio para pensar si vamos por buen camino. Ellos van a dar una información, para que el espectador, con ella, haga lo que considere. Eso sí, al menos, tendrá «la opción de decidir si lo que está haciendo es absolutamente libre».