La pasada semana se estrenó en Telecinco la apuesta principal de la cadena para su programación estival. El programa Quiero ser, con Sara Carbonero a la cabeza, se basa en la búsqueda del nuevo influencer español entre diversos candidatos que serán ayudados por las blogueras Dulceida y Madame de Rosa y el diseñador Cristo Bañez.
Sin embargo, tras los dos primeros minutos, los espectadores nos dimos cuenta de que, una vez más como ya pasó en otros programas como Cámbiame, decían moda cuando en realidad deberían decir reality show. Y es que, a pesar de ser un motor importante de otros medios como las redes sociales, o las revistas, en televisión no se ha apostado por formatos que acerquen y enseñen moda a los telespectadores, salvo excepciones como Flash Moda de TVE que, capitaneado por Nieves Álvarez, ha llevado recientemente uno de los Premios Nacionales de la Moda en la categoría de comunicación.
Y precisamente, en dicha entrega de premios, ha dicho la reina Letizia: «La moda es más que moda, lo es todo. La moda es lenguaje instantáneo, es cambio, es radical transitoriedad, es el dibujo de uno mismo, es el atractivo del límite pero tambien es industria y creación de puestos de trabajo.» Sin embargo, la gente que de verdad amamos la moda, la gente que se dedica a ella, observamos atónitos una y otra vez cómo se banaliza y se ridiculiza, en muchas ocasiones por gente perteneciente a este sector como en el caso de los que han decidido formar parte del programa Quiero Ser.
En este intento por traspasar a la pequeña pantalla el negocio de las influencers en Instagram, Youtube y demás plataformas online, Telecinco ha seleccionado una serie de candidatos que, a pesar de llenarse la boca diciendo que saben sobre moda, han demostrado en los primeros programas no conocer términos como street style, DIY o palabras de uso común como «tabú». Y es que aunque ya nadie esperase que estos «personajes» supiesen quien es Raf Simons o Ricardo Tisci, personalmente sí que esperaba que influencers y diseñadores no formaran parte del linchamiento y despotismo que vive el mundo de la moda en la sociedad, especialmente en televisión. Que pudiésemos dejar de tener que explicar que moda no es combinar ropa, no es ir de compras a Zara o decir «en plan» cada tres palabras. La moda es cultura, industria, historia, arte. No es la frivolidad que vende un talent cutre en medio de una guerra de chonis.
Afortunadamente todavía queda esperanza en la sociedad y Telecinco ha tenido que trasladar el programa a Divinity tan solo dos días después de su estreno. Y es que ni el reclamo de la vuelta a la televisión de Sara Carbonero, ni la región de dulceidos fieles a su diosa Aida Domenech, han conseguido las audiencias esperadas, con un 9,9 % de share en su estreno, la cual bajó más de un punto en el segundo programa.
Y así debe ser. Un castigo a quien ridiculiza el trabajo de otros, a quien piensa que, la moda puede reflejarse en un burdo talent de relleno veraniego.
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