Raúl Jerez | Madrid, 29 julio.
Parece que Jean Paul Gaultier siempre ha estado muy por encima de buscar la alegría y los colores en sus colecciones, algo que hace que de vez en cuando volvamos a ver el verdadero origen de la marca Gaultier.
En su colección otoño-invierno, presentada en la pasarela parisina, ha buscado la inspiración en la ciudad marinera de Bretaña, localizada en la Francia Natal de la firma. Destacan los rasgos marineros, buscando la alusión al mar, a los barcos y con la presencia obligatoria de las rayas náuticas. Elementos que son algo más que un clásico en Gaultier, tanto en la moda como en las fragancias del mismo. Tanto es un sello de la firma que el programa estaba decorado con la ilustración de un ancla y con algunas que otras palabras escritas en francés.
Sus diseños y colecciones de Alta Costura, desde que se adentró en el mundo de la moda, siempre se han caracterizado por la tranquilidad, la elegancia y la sencillez, dado la importancia personal de sus mismos clientes.
Pero parece que Gaultier siempre ha tenido nuevas inquietudes y siente la necesidad de expresar dichos cambios en sus colecciones, algo que no siempre convence del todo, al igual que ocurre con algunos cortes, como es el caso de la “falda globo”, que parece ya no convencer tanto al público y consumidores.
En la colección de la que hablamos, pudimos ver desde tocados bastantes extraños y un color dorado extremo, que destacaba en algunas de sus prendas, a la impecable sastrería y artesanía francesa por la que desde siempre se ha hecho destacar Jean Paul Gaultier.
Está más que claro que es imposible poner en duda la maestría del diseñador y lo refinado de sus habilidades, algo que entre otras cosas le ha hecho ganar miles de visitantes en exposiciones sobre sus diseños y evolución a lo largo del tiempo. Pero ¿seguirá la firma anclada, y nunca mejor dicho, al mundo marítimo, o por lo contrario debería buscar una nueva fuente de inspiración?