La gala de anoche de Gran Hermano Vip supuso a un servidor un completo caos, ya que, aunque se trate del mismo ecosistema (o peor) que en el programa original, en esta edición hay momentos que provocaban desconcierto. Además, casi cuatro horas de duración eran una sobredosis a la que uno no está acostumbrado.
Tras un resumen de las peleas entre el veterano Carlos Lozano y Alejandro, teníamos en una sala al pequeño Nicolas (con un look que le hacía casi irreconocible) y a Javi discutiendo con Alejandro (no terminaba de entenderse el por qué de esa estancia allí). Mientras, iban llamando a la sala de expulsión a algunos huéspedes más.
Le tocaba pasar entonces a Laura, quien, junto a Javi, nos trajo un rifirrafe de varios minutos y sin argumento alguno. Gritos, reproches y súplicas para que respetaran el turno de habla de cada uno, al igual que hace Eduardo Inda en los debates de la tele. La paciencia del pequeño Nicolás era admirable de ver entonces.
Rosa Benito era la siguiente en acudir, que formaba el podio de expulsados. Laura tuvo el honor de salvarse de la «quemá», por lo que la suerte estaba echada entre Alejandro y la exconcursante de Supervivientes del 2011. La que tuvo el honor de ser la primera en visitar la casa tenía que marcharse ahora, con más de la mitad de los votos. Esto fue un disgusto para Rappel, ya que su predicción sobre Rosa acababa de fallar.
Después tocó una ristra de enfrentamientos entre Carlos y Belén. El odio de esta última hacia el conocido presentador de televisión es tal que prometió que no le iba a nominar directamente, porque «sabía que iba a ser nominado». También teníamos a Fran Nicolás educando a Laura para que no insultase a su amigo y a la madre de éste. Todo esto eran tentempiés para esperar a las nominaciones, que acabaron con Sema, Alejandro y Carlos en cabeza.
La llegada de Rosa al plató traería los tradicionales reproches a los que eran difíciles de tragar en la casa, vídeos ocultos y discusiones, que son más conocidas que los programas al estilo «Noche de fiesta». Sólo quedaba ver quién era el repescado, que tuvo la suerte de serlo nuestro querido y pequeño Nicolás.
Veremos a ver qué ocurre la semana que viene. Paciencia para los que no puedan esperar, mientras que uno tendrá que usarla mientras vea el espectáculo, además de un poco de aguante. La aventura continúa.