Julio (Javier Cámara) y Ana (Griselda Siciliani) llevan 15 años casados y ya casi ni se ven ni se tocan. Viven sus vidas lo más alejados posible, siempre en combate, pero a ojos del resto son un matrimonio normal y corriente. Y quieren que se siga viendo así. Una noche Ana invita a sus vecinos de arriba, una pareja encantadora que les ayudó a mudarse cuyo encuentro han ido posponiendo y posponiendo con mil y una excusas. Salva (Alberto San Juan) y Laura (Belén Cuesta) son más jóvenes, simpáticos, amables, y bueno… cómo decirlo… mucho más ¿pasionales? Sus “ruidos” se han convertido en un tema recurrente en la relación de los protagonistas, toda una molestia… ¿o un estímulo?
Julio está decidido a contarlo todo en la cena, pero Laura y Salva también tienen pensado sacar otro tema. Una propuesta inusual y sorprendente, una de las que hace temblar los cimientos de todo matrimonio.
Hacer comedia no es fácil y menos cuando el mensaje de fondo es tan importante. Pero Cesc Gay, director de películas como Truman, con la que ganó el Goya a Mejor Dirección y Mejor Guion en 2015, lo ha conseguido en Sentimental. Con un ingenioso y sarcástico guion consigue hacernos reír y pensar al mismo tiempo sobre nuestros prejuicios sobre las relaciones amorosas. El amor convencional, la monogamia, la rutina de pareja y las nuevas “modernidades” en el amor, todos estos temas salen poco a poco a relucir como si de una línea de pensamiento se tratase. Es el mismo espectador el que poco a poco va hilando los cabos, entre bromas y conversaciones absurdas.
Sentimental, una película tan real, y al mismo tiempo inusual, tan sarcástica y divertida que te hará reír, sonreír y reflexionar todo ello en sólo 82 minutos.
Javier Cámara, Griselda Siciliani, Belén Cuesta y Alberto San Juan están maravillosos. Los cuatro solos soportan todo el peso de toda la película Sentimental cuyo único escenario (como en la exitosa obra de teatro) es el piso de la pareja protagonista. La química y el juego que se forma entre ellos es indiscutible y engancha totalmente al espectador que pasa a ser uno más en la velada. Todos tienen ese toque característico que hace que los diálogos más absurdos sean factibles a ojos del espectador.
Cuatro buenos actores y un piso bonito bien iluminado eso es todo lo que Cesc Gay necesita para atraparnos de lleno en esta historia de comedia para adultos (y no del todo apta para verla en pareja).