El 29 de octubre llega a los Teatros del Canal ‘SER’, el nuevo proyecto del bailarín Sergio Bernal en el que debuta como coreógrafo y director. Hemos podido hablar con Sergio sobre su este nuevo proyecto y ¡esto es lo que nos ha contado!
Hoy Magazine: ¿Es la primera vez que haces un espectáculo de este estilo?
Sergio Bernal: En el 2010 estrené uno que se llamaba ‘Un día y tres miradas’, con el que gané el premio de la Maratón de Danza en Madrid: un día de programación en el Teatro Madrid, y me tiré a la piscina. También era una locura, pero más comedido. Entonces yo era más pequeño, la vida era más sencilla y no había tanto problema. Ahora, sin embargo, cuando vas creciendo dices “esto tiene una responsabilidad”, pero luego te paras y dices “tenía un objetivo, estoy aquí”.
HM: ¿Dirías que tu reto aquí es cumplir las expectativas que has marcado?
S.B.: Sí, sin duda. Para empezar, salirme de mi zona y exponerme me da mucho miedo. Sé que tengo que hacer estas cosas, pero yo no pertenezco a este mundo. No por nada, sino porque, aunque tenga que estar en primer plano, soy el último que se va a poner. No me gusta, no valgo para ello, por eso quizás me da más responsabilidad e impacto el ponerme. Presento un espectáculo no para cumplir un canon en la profesión, sino para disfrutar y para hacer que el público disfrute. Si el público no se emociona, entonces no habría cumplido las expectativas.
HM: ¿Qué esperas que se encuentre el público?
S.B.: Emoción. Quiero que el público cuando se levante de la butaca diga: “qué gusto”, pero no por el bailarín, sino por todo el equipo imprescindible que hace posible el espectáculo. Me preocupo mucho por los demás, les digo “por favor, estad tranquilos, yo estoy súper nervioso así que estad vosotros muy tranquilos”(se ríe). Pero eso también es el teatro.
HM: ¿Cuánto tiempo lleváis preparándolo?
S.B.: Llevamos dos meses y medio con piezas muy preparadas. Pero llegas al escenario, te ponen los focos y es algo nuevo. Es muy cañero, pero mola.
HM: Habéis tenido mucho valor de levantar el proyecto en los tiempos en los que estamos y, además, siendo danza, que es la gran olvidada de la Cultura.
S.B.: En Estados Unidos lo que tienen lo tienen al máximo. Nosotros tenemos el flamenco, con todos los tablaos cerrados y el Gobierno sin darse cuenta de que esto es una industria, y por supuesto, la cultura de tu país. Sácale provecho a todo esto y ponlo en su lugar. No puede ser que la gente de los tablaos se queden desamparadas como diciendo: “haberte dedicado a trabajar”. La danza está muy olvidada por las instituciones públicas, pero es que creo que nos tenemos que alejar de ellos y ser nosotros mismos los que le demos esa importancia y conciencia al público de que esto es súper importante para el alma. Creo que si la danza tuviera más medios, todavía se podría emocionar más al público, porque el talento lo hay.
HM: Tenía un profesor que decía que a los artistas el aplauso le llena el alma, pero no el estómago…
S.B.: Total. Pero se junta ahí una cosa cañera, porque te llena el alma y con ello el ego. Los artistas necesitamos ese ego para poder salir a escena y decir: “aquí estoy yo”. Luego hay problemas cuando se te va el ego, pero cuando está en su sitio necesitas de eso. Por eso hay veces que necesitas ese aplauso antes que comer, para saber que tú has hecho bien tu trabajo y que tienes validez y emocionas.
HM: ¿Quieres que la danza sea para siempre?
S.B: La danza va a permanecer, eso convive conmigo. Sí que es cierto que hay una edad física que tu cuerpo te dice “hasta aquí”, y tal y como soy, va a llegar un momento que tenga que dejarle paso a los que vienen. Eso es parte de la vida. Pero seguirá estando, no sé de qué manera, pero voy a seguir vinculado a ella.
HM: Y antes de que eso pase, ¿qué te gustaría hacer?
S.B.: Me queda seguir haciendo espectáculos nuevos y crear una fundación que apoye a los bailarines nuevos y a la gente con talento que no tenga oportunidades. Este espectáculo está gracias a Ricardo (Cue) y a mucha gente que me ha apoyado en mi carrera, y eso lo tengo que devolver. Esa creo que va a ser mi labor cuando deje de bailar: seguir creando, fomentando y poniendo a la gente en su lugar para que puedan seguir desarrollándose.