¡Sol, pasta y vino! ¡Te descubrimos el lado de la Toscana más sorprendente!

Todo amante del cine, de la buena comida y del buen vino se ha imaginado alguna vez en un descapotable recorriendo los campos de la Toscana con el viento dándote en la cara y el sol protagonizando ese bucólico escenario.

Paraje idílico de grandes creadores de todas las artes, cuna de Leonardo Da Vinci, inspiración para Galileo, incluso exilio de Dante. Sus colinas le han servido a renacentistas e impresionistas a plasmar y representar la calma y la paz que despierta en ellos. Así, aquellos campos curvos han sido partícipes de grandes romances, viajes clandestinos y épicas batallas. Verdes, naranjas y amarillas. Sus tonalidades cambiantes se han convertido en el marco perfecto para aquellos románticos empedernidos.

Incluso películas como “Gladiator” han escogido ese lugar para grabar escenas para su rodaje. Tal y como podemos observar en la secuencia en la que Maximus aparece, durante un sueño, acariciando trigo entre colinas con aquella fila de cipreses.

La toscana alberga sorpresas y tesoros por todos lados. Ya nos lo demuestran las pequeñas joyas que componen la región italiana. Como es el caso del pueblo San Gimignano, situado en lo alto de una colina es una de las paradas de la llamada Ruta Francínea. Un camino de origen medieval que conectaba el centro de Europa con Roma y que se convirtió en una las rutas más importantes de la peregrinación del cristianismo.

Durante la época medieval, las familias nobles y ricas rivalizaron entre sí para ver quién construía  la torre más alta y crearon una especia de skyline medieval único en el mundo. Y aunque en su momento se llegaron a edificar más de 72 torres, a día de hoy solo se conservan 14 con una altura de más de 50 metros.

«Paraje idílico de grandes creadores de todas las artes, cuna de Leonardo Da Vinci, inspiración para Galileo, incluso exilio de Dante»

Volterra sería otra de las paradas obligadas que se deberían hacer si se pasa por La Toscana. Muy cerca, además, de San Gimignano, nos encontramos con una de las colecciones más impresionantes de la civilización etrusca. La puerta del arco, la Acrópolis, el teatro Vallebona y los edificios termales son algunas de las herencias que todavía podemos disfrutar de nuestros antecesores.

Al norte de Pisa, entre bosques de castaños y hayas, y extendido sobre una gran planicie, destaca Lucca rodeada por unas poderosas murallas construidas entre 1504 y 1645. De fundación romana, es un pueblo que tiene mucho que ofrecer. Como el camino de ronda de las murallas fortificadas, que pasa junto a la exuberante campiña. Y es justamente aquí, en los lugares más bellos y tranquilos de las colinas que rodean Lucca, donde se levantan más de 300 villas, las famosas villas toscanas, residencias que los habitantes construyeron a lo largo de cuatro siglos.

De este modo, podremos disfrutar de la particular campiña de La Toscana, de sus verdes y sus ocres, de sus interminables filas de cipreses y de su peculiar forma de vivir la belleza.