Rubén Pareja| 9 Octubre.
Muy amable y desinteresadamente tocaba ver la esperada quinta gala de Gran Hermano 16, que comenzó como ya se esperaba tras los acontecimientos sucedidos en la semana anterior. La fiesta comenzó con la salvación de Amanda de poder ser eliminada, quien lo celebró eufóricamente. Pero, si en los ochenta la Fórmula 1 vivió la enemistad entre Senna y Prost, anoche le tocaba hacerlo a la telebasura con Raquel y Sofía, quienes tenían que ir juntas a la sala de expulsión.
Media hora pensaba estar cada una sentada en un extremo del asiento, sin dirigirse la palabra y mirando al horizonte. Como no era muy entretenido estar varios minutos así, el programa nos ofrecía resúmenes de las aventuras que Suso mantuvo estos días con Raquel o con Sofía, a quienes los nervios hicieron llorar por instantes.
Mercedes se encargó de poner un poco de diálogo entre ambas, quienes llegaron a rozar algunas palabras mientras se asombraban al ver otros videos sobre sus vidas amorosas o en los que se comentaban “las pechugas” de ambas. En este punto sí era necesario el diálogo para reprocharse sus defectos, como por qué una no le hablaba a la otra, o por qué malmetían al pobre Suso y Sofía insultaba a Raquel.
El tiempo finalizó. Llegaba el momento decisivo, en el que una de las dos se marcharía. Como en el duelo entre Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach en El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone), la presentadora abría el sobre con el nombre de la eliminada. En este punto, el comentarista siempre pensaba que no era para tanto. Pero, al ver tres galas de esto, comprende la indignación del pasado mes en las redes sociales sobre cómo podía ver más la gente la gala de aquel domingo en lugar de Django desencadenado (Quentin Tarantino), con verdaderos personajes como Jamie Foxx o Leonardo DiCaprio. En fin, para gustos, colores.
La audiencia decidió que Raquel debía abandonar la casa. Un servidor acertó su refranesca quiniela de la semana anterior. Sofía fue recibida con un gran abrazo por parte del condumio, con un Suso de nuevo serio y en forma de Iceman. Una vez que la tropa estaba reunida, Milá habló sobre los secretos de cada uno. Carolina explicó su capacidad para ver espíritus y su temor a los mismos. La concursante empezó a llorar desconsoladamente y a explicar detalles sobre sus difuntos familiares, lo que incitaba al cambio de canal de forma inminente, aunque fuera a ese en el que figura la carta de ajuste. Además, presentaron a Paula Insua, una persona desconocida para el gremio. Poco después había que ver a la pandilla quitarse la ropa en cuatro minutos y ponerse el bañador (o no) y meterse en el estrenado jacuzzi antes de que Vera los descubriera. Sino ya se podrían ir despidiendo del paradisiaco lugar que habían descubierto.
Tras esto, tocaba recibir a Raquel en el plató. Un mogollón de amigos y/o familiares la recibieron con abrazos, algo que ella no se esperaba. “Tengo frío. Deben de ser los nervios”, explicaba la muchacha a Mercedes Milá. La que con pelo largo tenía un gran parecido con David Coverdale, se mantuvo seria mientras entrevistaba a la recién expulsada. “Mercedes, yo hablo con la mirada” decía a la presentadora, haciéndose pasar por niña buena, tratando de explicar su mala relación con Sofía.
Entre tanta charla llegaba el momento de las nominaciones, que acabaron con Amanda en la cabeza, seguida de Enrique, Han y Suso. Raquel se quedaría de piedra escuchando conversaciones secretas sobre ella y Suso se echó a llorar cuando habló con la extremeña, como Elliott hacía al despedirse de E.T. Sólo faltaba escuchar “Suso, estaré aquí mismo”. Como Rocky Balboa, ha prometido no rendirse y seguir hasta el final. Y, tras esto, a los concursantes les tocaba irse a dormir y a Mercedes Milá despedirse cual presentadora del “Un, dos, tres”. “Espero veros el próximo jueves”. Por supuesto, aquí estaremos, sin duda.