Las expectativas siempre están el alza cuando se trata de Teresa Helbig.
Quizás porque es una de las artesanas más famosas de España, quizás por su Helbigang, o quizás porque todos ansiábamos con gran deseo ver con nuestros propios ojos el vestido de los premios Goya de la actriz Macarena Gómez. Sea como fuere, las gradas se llenan hasta la bandera de curiosos a pocos minutos de que comience el espectáculo.
Esta vez, la diseñadora nos traslada a China. Concretamente, a 1840. Una época donde los británicos compraban porcelana, seda, condimentos y té a China, y pagaban con plata, lo que les suponía un gran esfuerzo económico en una Europa debilitada por las guerras napoleónicas. Es entonces cuando Inglaterra cambia de táctica y decide pagar con el opio que producían en India y Java.
Por tanto, en la colección Opium hay una mezcla entre rigidez británica y misterio oriental, de campiña inglesa y humedales chinos, de tartán y de seda; de dos mundos opuestos de estéticas refinadísimas que se vieron enfrentados por una sustancia adictiva: el opio. La contradicción, el contraste y la mezcla de culturas son temas recurrentes en nuestras colecciones.
Los fumaderos de opio y láudano para la clase alta, de estilo extravagante, proliferaron todo el siglo XIX en Asia y en los barrios chinos de Norteamérica y Francia, y fueron símbolo de sofisticación, bohemia y cosmopolitismo.
Es por eso que esta nueva colección remite a la languidez desordenada, decadente, romántica y peligrosa de aquel que juega con fuego. Ideas que se ven materializadas en monos muy cortos, vestidos de seda o cuellos victorianos. Todo ello reconvertido con un aire cosmopolita e innovador.
Además, y por si fuera poco, los tejidos son una oda a la historia: terciopelo, cuero, seda, lana, gasa o plumas de marabú (un complemento escaso y codiciado a mediados del siglo XIX, símbolo de la coquetería sexy).
En cuanto a la paleta cromática, el símbolo de la colección es el rojo amapola, pero también encontramos otras tonalidades como el negro lacado, el dorado imperial, el verde militar, el rosa ingenuo.
En definitiva, una colección que vuelve a reforzar la idea de que una mujer Helbig nunca pasará desapercibida.