El pasado 9 de julio, llegó el turno de Roberto Verino dentro de la cuarta jornada de esta 68º edición de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid, en la que presentó “The look of love”, su colección para la temporada otoño-invierno 18/19.
Dicen que estudiar nuestra historia es necesario para no repetir los errores cometidos en el pasado, y esta misma idea la defiende Verino a través de la filosofía que envuelve sus nuevas propuestas. La fuente de inspiración del diseñador es explicada por el mismo: “La historia viene de poner en valor los períodos de entreguerras. Este año se va a conmemorar el final de la 1º guerra mundial. Se cumplen cien años de un momento trágico que a todos nos debería dar un poco de vergüenza que sucediese”. “Después de eso, hubo interés en disfrutar de la moda y de la vida, y se inició el período de los fantásticos y locos años 20, que generaron un cambio estético importante: desaparecieron los corsés, las mujeres se vistieron de forma más libre”.
También añadió: “Como no aprendemos, hubo otra guerra tan dramática que fue peor que la primera. Después, el protagonismo de la moda recuperó su papel preponderante, en este caso a consecuencia del New Look y la Alta Costura”.
Así, el diseñador establece un nexo de unión entre ambas épocas y nos traslada a los 20 y 40 con prendas de corte masculino y lineal, acompañadas por otras con volúmenes y patrones más redondeados, especialmente en hombreras y cuellos.
La presentación contó con un total de 50 salidas, 40 femeninas y 10 masculinas, con lo que el diseñador también representó lo que fue, a finales de los cuarenta, el inicio de un progresivo crecimiento del papel de la mujer en la sociedad, también reflejado en otros elementos como el traje de chaqueta masculino lucido por las mismas.
Otras prendas presentes fueron los abrigos hasta los tobillos, chaquetas oversize, trench femenina y masculina, faldas midi, pantalones culottes y largos vestidos. Como complemento de las mismas, aparecieron piezas como tocados, bolsos de asa corta y calcetines y medias de rejilla.
En cuanto a los tejidos predominantes, encontramos el lurex, la seda, el terciopelo y el tul con apliques de pasamanería propios de los 20 (estos últimos especialmente presentes en los conjuntos de Verino para las noches de otoño e invierno), y el tweed, la pana y la napa de los 40.
Dentro de la paleta de colores elegida existe una clara predominancia de tonos oscuros como el negro, el marrón y el gris, totalmente acordes a la colección, tanto por la temporada para cual se ha pensado, como por el mensaje elegido por la firma para ser transmitido en esta ocasión.
Siguiendo esta línea sobria, la mayoría de las piezas vistas sobre la pasarela son lisas, algunas de ellas con un acabado satinado o brillante, pero carentes de estampado, a excepción de jerseys masculinos con geometrías y una serie de piezas femeninas con cuadros Vichy, pico de gallo y Príncipe de Gales como vestidos y conjuntos de falda.
En definitiva, se trata de una colección que presenta toques rompedores, al mismo tiempo que mantiene un patronaje más clásico que la acerque al público.
En palabras de Verino: “Para mí lo importante es que la moda se convierta en un lujo posible para esa inmensa minoría que sea capaz de disfrutar del día a día vistiendo como le gusta y haciendo que su imagen sea la que quieren tener, sin conformarse con lo convencional”.
Añade: “Después de una revolución que nos permite realizar casi ropa de Alta Costura y ofrecerla a precios de prêt-à-porter, como diseñador tengo que dar el máximo en las mejores condiciones. Además, el público tiene cada vez más conocimientos y quiere más por menos, y eso es una triste realidad que nos afecta a todos los oficios”.
Sin embargo, está claro que hay cosas que no cambian, y es que esta firma de moda conserva el cuidado por el detalle y la confección impoluta de estas épocas que, en esta ocasión, han querido recrear. Una mirada al pasado para devolvernos lo mejor de nuestra historia y alejarnos aún más de lo peor de la misma.