Si hay algo que deja claro Jeremy Scott en cada propuesta, es que viajar al pasado, sea cuál sea el momento histórico para inspirarse, es una de sus mejores habilidades. El estadounidense, ha escogido para su presentación en Milán, una de las etapas más convulsas a nivel político de nuestra historia: la Revolución Francesa. Una puesta en escena impecable de la que Moschino se alimenta, para crear una colección que representa la esencia más pura de la firma.
La rebeldía, la irreverencia, la teatralidad y la locura creativa son cuatro de las palabras que definen el universo creativo de Scott y que vemos, de nuevo, en su desfile Otoño-Invierno 2020/2021. Los vestidos de alforja. propios de la época de María Antonieta, reducen su falda y se convierten en minivestidos con alma ochenta. Estos han sido, sin duda, los mayores protagonistas encima de la pasarela, pero no los únicos.
El uso del tul en algunas faldas, discreto pero presente, afirma que es una tendencia que sigue muy viva. En cuanto a los detalles, los lazos, los guantes de satén, las botas XXL acordonadas y los cake bag han sido los reyes de la pista.
Para ir despidiendo el show, Jeremy Scott presentó una serie de diseños que parecen, de forma literal, enormes pasteles. Las modelos, enfundadas en lo que parecen ser incómodos vestidos, pasearon como si fueran enormes tartas de tres pisos y luciendo unos peinados desorbitados propios de la época, y que fueron la nota característica el desfile.