El pasado fin de semana se representaba en exclusiva Veneno Sexy en los Teatros del Canal. El musical es una escenificación de los temas de Ojo Único, el nombre artístico tras el que se esconde en cantante SEPA. El espectáculo, que duró una hora y media, fue un concierto con performance del que será el nuevo trabajo de Ojo Único que llevará ese mismo nombre.
Veneno Sexy es un viaje. Un viaje donde las estructuras típicas del espacio y el tiempo dejan de tener sentido. Bueno, eso y todo lo demás. Lo más sensato para disfrutar del espectáculo es no tratar de entender qué es lo que estás viendo, de qué trata la letra que está cantando Ojo Único (si es que tiene alguno) y dejarte llevar por lo que ves.
El espectáculo es una combinación de música (electrónica y estridente en ocasiones), baile e interpretación. A SEPA (Sergio de Pablo) le acompañan sobre el escenario un equipo de 4 bailarines que se cambian una infinidad de veces de atuendo para complementar, creemos, las letras del cantante. Ellas son Ángela Millano, José Velasco, Alba Vergne, Alicia Cano y Fernando Epelde.
A pesar de la ruptura total con cualquier elemento artístico o escénico amparado en el marco de lo común, existe una historia que se desarrolla durante esa hora y media tan surrealista. El nacimiento de un nuevo ser, X, que crece y es testigo de una profecía, que sale del mundo de los mortales y pasa a ¿otra dimensión? X es la excusa perfecta para que SEPA nos plantee un mundo donde el bien y el mal, el tiempo, el espacio y las palabras, son conceptos difusos, incluso inexistentes.
Según se suceden los capítulos de la historia de X, el génesis, la profecía, su encuentro con tres seres sobrenaturales (una versión moderna de los Lunis), su viaje a Los Ángeles, el espectador renuncia a encontrar alguna clase de sentido a lo que ve. Es tal el surrealismo, la “dramatización cósmica” de la perfomance, está todo tan fuera de lo común y lo comprensible que realmente te hace pensar si eso que estás viendo tiene algún sentido para alguien. O si por el contrario, ni el propio creador ha querido darle un sentido. Si está en ese mismo instante delante de nosotros, satisfecho cuando ve en nuestras expresiones cómo tratamos de encontrarle algún sentido a la sucesión de escenas que nos presenta.