Sin embargo, Violeta Mangriñán decidió abordar cuestiones de justicia que están en el foco actualmente. Optó por tener una conversación honesta y directa, en la que aclaró su postura frente a la sentencia de Daniel Sancho por el caso del colombiano Edwin Arrieta, un tema muy mediático en la sociedad.
Violeta Mangriñán decide hablar abiertamente sobre Daniel Sancho
La creadora de contenido manifestó su descontento con el sistema judicial en España, señalando que, desde su punto de vista, es demasiado permisivo, sobre todo con delincuentes reincidentes, como los violadores, que frecuentemente son liberados antes de tiempo. Propuso que aplicar penas más severas, como la cadena perpetua, podría ayudar a disminuir los delitos graves, especialmente los relacionados con la violencia de género. Para ella, la justicia en España necesita ser más estricta para evitar tragedias como los feminicidios que siguen ocurriendo a diario.
«Yo te puedo asegurar que si pusieran cadena perpetua en España para los maltratadores que matan a las mujeres, para todas las atrocidades que pasan en este país pasarían muchas menos cosas, porque el otro día murió una mujer apuñalada por su marido, y estamos así viendo noticias cada día. Si las leyes fuesen un poquito más crudas en este país, a lo mejor pasarían menos cosas» agrega.
Aunque expresó compasión por la familia de Daniel Sancho, Violeta fue categórica al afirmar que, si cometió el crimen de manera premeditada, debe asumir las consecuencias. «Si ha descuartizado… y lo ha matado y ha sido así, pues tendrá que pagar lo que ha hecho». En contraste, su pareja, Fabbio Colloricchio, adoptó una perspectiva más introspectiva, reflexionando sobre qué podría haber impulsado a Sancho a cometer un acto tan grave, y reconociendo la complejidad de las circunstancias humanas. «Porque es un tema muy delicado y la verdad que se puede entenderlo un poco de las dos partes, somos seres humanos y nos equivocamos. La equivocación está muy grave, tiene que ser pagada, pero… Al final la justicia, yo creo que es lo que es y hay que aceptar a los que vienen».
A lo que su pareja zanja la conversación. «Este chaval, pues, es una pena, es un chaval joven que tenía toda la vida por delante, ¿qué le habrá pasado por la cabeza?, ¿quién sabe? Me da pena por su familia, pero es que la vida es así, ha matado a un hombre y lo ha hecho a trocitos, pues, hombre, ¿qué pasaría si esa persona fuese tu hermano? Bueno, pues te alegrarías de que esa persona se pudra en la cárcel. Yo qué sé, es que es una pregunta muy delicada»