Wabi Sabi es una colección cargada de simbología y tradición oriental, diseñada por Adriana Cagigas, creadora de Threeones. Desde su nombre hasta la última puntada, cada prenda refleja la simplicidad y el equilibrio espiritual de la filosofía de vida oriental. «La colección partió del concepto japonés de la belleza, llamado Wabi sabi, de ahí su nombre», ha explicado Adriana minutos antes de debutar en el pabellón 14 de IFEMA. «Pero durante el desarrollo del desfile se verán prendas realizadas con técnicas que he aprendido hacer en Nanjin (China)».
Es alumna del recién premiado diseñador, Juan Duyos, y ha sorprendido por su habilidad para tratar los tejidos y los tintes naturales con los que ha creado una colección que muestra los colores de la cerámica del país asiático, con tonalidades neutras que ayudan a fomentar el balance y equilibrio espiritual.
Como asegura la diseñadora: «es donde se encuentra la belleza que muchas veces parte de la imperfección». Otra es recurrir a filosofías milenarias. Threeones ha escogido Asia como punto de partida para debutar en la pasarela, que resulta una elección franca, espontánea y coherente. Wabi Sabi es una búsqueda de la parte mas sensitiva o lo esencial de la vida.
Gracias a este concepto y otros clásicos temas que se abordan en la cultura oriental, como son, la ceremonia del te, la importancia de la concepción de que el universo se rige por las fuerzas del ying y el yang, o la importancia del concepto qi, elementoque partiendo del caos se encarga de crear todos los elementos del universo, esta colección pretende plasmar el equilibrio y la belleza espiritual de cada individuo.
Las siluetas de la colección están caracterizadas por líneas simples, de patronaje oversize inspirado en la indumentaria clásica oriental. En toda la colección hay un claro predominio de colores neutros, delicados bordados y tintes hechos a mano. Los materiales, primero se presentan en estado puro y después aparecen alterados por la pintura o el proceso de bordado, como son los pantalones, faldas y blusas creados con lana, algodón y lycra.
Con un grupo de bailarinas, Adriana ha pretendido despertar la parte más sensitiva y personal de cada individuo. Una búsqueda de lo esencial de la vida. Pero no se ha conformado con esta idea. «La bailarina principal lleva un vestido de papel, hecho a mano en donde he residido y en donde he aprendido tanto», explica. «Quiero dar a conocer que en China también hay un gran saber hacer para la moda». Así se cierra un círculo perfecto, una simbiosis extraordinaria, cuidada y pensada, en su presentación ante la industria de la moda.